Ficciones y
territorios. Arte para pensar la nueva razón del mundo.
Comisarios: Manuel Borja-Villel, Cristina Cámara,
Beatriz Herráez, Lola Hinojosa y Rosario Peiró.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Calle
Santa Isabel, 52. Madrid.
26/10/2016
a 13/03/2017.
Silvia
Blázquez Nevado. 14/02/2017
El neoliberalismo imperante a escala mundial
de los últimos veinte años ha desatado una globalización capaz de neutralizar a
la población y mermar sus diferencias casi hasta la fabricación en serie de
cada individuo. La reacción por parte del ámbito artístico -en el cual el
concepto de modernidad también se ha
ido estandarizando- ha sido plasmada en Ficciones
y territorios. Arte para pensar la nueva razón del mundo, una exposición
comisariada por Manuel Borja-Villel. Las obras presentes en la muestra, de las
cuales la mayoría son adquisiciones, reflejan la perspectiva que los diferentes
artistas tienen sobre la configuración socio-económica actual y problemas tan
cotidianos como la re-territorialización, la globalización o los debates de
alteridad.
Ya sea en nuestra ciudad o país, ya sea en las
antípodas, cada territorio que conforma este mundo aparentemente homogéneo
funciona como decorado de ficciones políticas, algunas evocadoras y otras mucho
más actuales y reales. Paradójicamente, los territorios no gobernados o también
llamados espacios no reconocidos -véanse los campos de refugiados o las
fronteras- coexisten con una supuesta unión mundial fraternal, que más bien
deberíamos referirnos a ella como fratricida. Un buen ejemplo son los
testimonios que Antoni Muntadas recoge de personas a un lado y otro del
Estrecho de Gibraltar en el documental On
translation: Miedo/Jauf. Por otro lado, resulta difícil asimilar los
continuos cambios producidos en esta sociedad globalizada y acelerada,
especialmente si nos referimos a la morfología y el concepto de ciudad. La construcción masiva de
edificios y fábricas, propiciados por la especulación y el consumo desbordante o
el aumento de los suburbios ante el crecimiento demográfico de las grandes
urbes se reflejan en los trabajos de artistas como Joaquim Jordà o Juan Ugalde.
Destaca la elocuente e impactante obra de Ibon Aranberri, que arrincona decenas
de fotografías aéreas de presas y centrales hidroeléctricas.
El maremágnum social derivado de la
globalización también se aborda en Ficciones
y territorios, desde la digitalización de la vida analógica plasmada en Analogue, de Zoe Leonard, el trabajo
industrial en serie expresado por Harun Farocki y Antje Ehmann en su
videoinstalación Trabajadores saliendo de
la fábrica durante once décadas, hasta las protestas sociales estampadas en
los proyectos artísticos del Taller Popular de Serigrafía o el de Alice
Creischer y Andreas Siekmann. La alteridad en sus múltiples formas constituye
el hilo conductor de las últimas secciones de la exposición, más abstractas y
teóricas, visualmente impactantes pero con un significado no tan directo como
el de obras precedentes, llegando en ocasiones a una costosa y ambigua
interpretación. Pero, ¿es necesario un discurso claro en una sociedad cuyos
cambios y variedades de opinión están a la orden del día? Dicha abstracción es
consecuencia de la teatralización y performatividad que los artistas han
manifestado en piezas como instalaciones, textiles o murales. Sin embargo,
estas últimas secciones exigen un esfuerzo extra al espectador, el cual, tras
haber ido asimilando la vasta cantidad de obras de las secciones precedentes,
debe cambiar su percepción para desentrañar y conectar significados mucho más
implícitos. Por ello, el final de la muestra resulta abierto y desconcertante.
No tanto la sala titulada “Poética de lo diverso”, en la que pueden reconocer
más fácilmente las posturas feministas y descolonizadoras, pero sí en
“Modernidad fuera de tiempo” y “Vidas imaginarias”. Realmente, las dos últimas
pueden considerarse una última y larga sección, que podría prolongarse
indefinidamente a modo de símil con el presente perpetuo en el que vivimos, que
se actualiza continuamente y no nos permite atisbar un futuro a medio o largo
plazo. Parece que los conflictos e interrogantes cotidianos necesiten de la
ventana artística para poder reflexionar sobre ellos detenidamente.
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