martes, 7 de marzo de 2017

Maider López
Zoom In
Espacio Mínimo
21 de enero al 11 de marzo de 2017

Javier Martín Silva

Maider López estrena su nueva trayectoria profesional con la galería Espacio Mínimo realizando una triple exposición de tres proyectos separados pero intrínsecamente relacionados tanto por su inspiración como por su procedencia material. Cada proyecto se expone en una institución diferente, Zoom In en Espacio Mínimo, 25 People on 25 Hills, 25 People on 1 Hill en ARCO, y Moving Stones en el Museo Geominero de Madrid. Se presenta así un ambicioso macroproyecto cuya intención es analizar la naturaleza y su relación con el hombre. Desde luego, el concepto no es nada novedoso, si algo preocupó a los filósofos de todas las épocas fue la naturaleza, en particular la del hombre, como así atestiguan los innumerables tratados de innumerables pensadores al respecto. Tampoco resulta algo innovador llevar esta temática al arte, los artistas no sólo han tratado de imitar la naturaleza, sino que a través de sus obras buscaban un análisis moral de la misma.
Zoom In, nos dice la artista, busca una interacción entre lo general y lo específico. Cuando ella fue a la Capadocia se quedó tan extasiada ante tal abrumadora belleza que su cerebro era incapaz de procesar detalles. De ahí la necesidad de diseccionar el paisaje, extraer la esencia de sus elementos particulares y plasmarlos materialmente. Si teóricamente parece un planteamiento atractivo, su realización plástica deja mucho que desear. La transformación de la Capadocia en unos azulejos monocromáticos que se pueden encontrar en cualquier tienda de alicatados resulta, cuanto menos, decepcionante. Para Aristóteles la naturaleza tenía cuatro principios, sustancia, forma, causa y fin. Maider, con su deconstrucción, convierte radicalmente estas cuatro características inherentes del paisaje, cambiando su materia, figura, origen y su teleología, y, por lo tanto, no alcanza su objetivo, la asociación de lo representado con la obra exige de una explicación exógena que a duras penas ayuda a mantener el argumento.
Moving Stones parece un trabajo de campo de geógrafo, pero solo lo parece. No hay ningún interés taxonómico, las rocas no se eligen por su especifidad, ni por intereses analíticos. La señalización de las coordenadas puede inducir a un pensamiento frío y milimetrado, aunque en realidad es el puro capricho, el azar el que guía las acciones de la artista en su poco meticulosa selección de los minerales. Un gesto que pretende abarcar el impacto del ser humano en la naturaleza, obviando que el hombre forma parte de la misma y que su modificación es simplemente inevitable, imaginar cómo sería un paisaje sin presencia humana supone pensar un mundo sin humanos en su totalidad.
People on 25 Hills, 25 People on 1 Hill es quizás el proyecto más interesante de los tres. Presenta a 25 personas colocadas en 25 colinas diferentes y a 25 personas sobre una misma colina, buscando una reflexión sobre las diversas maneras de habitar el mundo, pero también se podría extender a las formas varias de relacionarnos con el entorno y con otros, es decir, una reflexión sobre el hombre como ser social. Curiosamente no parece que haya una crítica hacia alguna de las formas de convivencia, ambas aparecen de manera neutra, incluso positiva.

Maider López no convence con sus propuestas, pero el concepto del proyecto puede seguir siendo explorado hasta obtener resultados más satisfactorios. Por ahora toca conformarse con una obra que al menos parece que fue divertida de realizar, una excursión a una de las zonas más impresionantes de la tierra con un equipo de personas dispuestas a colaborar en un proyecto común, y quizás, por su experiencia humana, sobrevive a su plasmación artística.

Mamá naturaleza te lo da.

Maider López
Zoom in
Del 21 de enero de 2017 al 11 de marzo de 2017

En esta exposición queda patente el trabajo en asociación con el elemento natural, la naturaleza sirve como base del proyecto artístico. Es en este caso lo que hace la artista es que a través de una análisis de la materialidad de la cual se compone el paisaje natural de una determinada región del globo. Con su obra la artista nos muestra como de una manera sencilla se puede seguir incluyendo en elemento natural en el arte contemporáneo y estar en una situación de actualidad completa. Como interactuar con el medio natural es un método totalmente apto para el medio educativo el cual está muy vinculado con su proyecto. Maider hace que sus alumnos conecten con la naturaleza, que aprendan de ella, que aprendan como extraer el conocimiento de la naturaleza para luego aplicarlo al campo más teórico o abstracto, crear una teoría o discurso que se apoye en la realidad natural sin encesidad de elementos artificiales que después pueden ser trasladados al campo de lo académico y no al revés como es común hacer en el mundo educativo tradicional, en el que se estudia la teoría y después en algunos casos se usa la materialidad de la naturaleza para probar la veracidad de la teoría.

Maider está determinada con su obra a crear una replica de los colores, como si una tabla de pantone se tratara, que componen todos los diferentes elementos que podemos observar de forma natural sobre el terreno. Previamente ha trabajado los colores con sus alumnos de la universidad de Nevşehir Hacı Bektaş Veli de Capadocia, los que pusieron de manifiesto las similitudes en los colores con los que tenían que lidiar en los talleres de arte y los colores dentro de la más estricta naturaleza. Y son ambos colores, los que configuran este proyecto artístico específico, una gama de colores que se convierten en un lenguaje propio, un lenguaje que habla de la naturaleza en sí, como lugar, como paisaje, pero también de la naturaleza del ser humano, de como las personas son capaces de observar, de percibir el entorno del cual están rodeados de una manera determinada o de otra totalmente distinta. De esta manera la artista justo con las demás obras de la exposición se convierte en una artífice de una renovación en lo que se refiere al land art tradicional, en el que se desarrollan acciones artísticas sobre la naturaleza, en este caso observamos que efectivamente la acción se produce en el ámbito natural pero al mismo tiempo se traslada parte del mundo natural a la sala de exposiciones.

Esta vuelta a la naturaleza por parte de la artista, el renovado acto de reflexión sobre temas que no sólo llaman a tener en cuenta la naturaleza en un mundo de cambio clímatico, donde una constante contaminación de todo tipo se apodera de nuestro día a día, sino también en nuestro papel en la naturaleza, como afectamos en ella en este nuevo antropoceno en el que ya es posible percibir los cambios irreversibles producidos por la mano del ser humano, también invita a reflexionar sobre como funcionan los niveles y las procesos del pensamiento, de la percepción entre personas de elementos que puede que pensemos que todos comprendemos o percibimos de la misma manera y que sin embargo no es así en la realidad, por lo que el cuestionamiento de verdades que eran pensadas como universales es un punto clave en esta exposición, como puede ser la infinita duración y resistecia de la naturaleza ante los incansables ataques de las personas, incluso la resistencia de las propias personas ante la forma de vida contemporánea vinculada a la inmediatez y al 24/7 que en muchos casos no nos permite ni siquiera reflexionar sobre los asuntos más decisivos.


Catherine Proy

Piedra, papel o tijera


 Galería Espacio Mínimo, Museo Geominero, Feria de Arte Contemporáneo ARCO 

Zoom In, Moving Stones, 25 People on 25 Hills 

21 de Enero al 11 de Marzo y en ARCO del 22 al 26 de febrero 

Maider López 



Maider López en esta exposición trata de hacer apología de los pequeños detalles, de resaltar cómo nos encontramos sumergidos en un mundo construido a base de carteles luminosos, en una eterna competición capitalista en la cual siempre gana el espectáculo, donde el ser humano observa a través de una pantalla… Trata de fijar la mirada del espectador en un punto fijo del paisaje que, sin su ayuda, probablemente habría pasado desapercibido para nosotros, abrumados por una belleza tan amplia y aplastante, incapaces de apreciar individualmente la belleza de cada uno de los elementos que construyen la escena.

La artista recorre las montañas y valles de la Capadocia, y es aquí donde se produce su obra, donde lleva acabo su acción, la inclusión en el paisaje de azulejos que plasman los colores del mismo, reubicándolos de forma que altera la visión que hasta ese momento teníamos de ese lugar en concreto. Otra acción producida por la artista consistía en alterar el ecosistema mediante un leve cambio de la ubicación de ciertas piedras, siempre con una exacta documentación geográfica que podemos encontrar en el espacio expositivo. Se trata de un intento de captar la esencia de la naturaleza a través de los colores y los sentimientos que estos nos producen, de observar la belleza de los pequeños detalles frente a la inmensidad que nos rodea.

López trata de unir elementos representativos de distintas situaciones geográficas en un punto fijo, un espacio expositivo, para así poder observarlo con detenimiento. El problema es que la exposición está dividida en tres emplazamientos distintos, en la galería Espacio mínimo, en el Museo Geominero y también en un stand de la feria de arte contemporáneo ARCO, por lo que tienes que recorrer la ciudad de Madrid entera para ver la exposición en su totalidad, creando una incoherencia a la hora de trasmitir el mensaje de la artista. También es remarcable cómo se intenta acercar la naturaleza a un espacio cerrado, tratando de crear una obra Land art, sin embargo, al traer como obra los azulejos que imitan los colores en vez de elementos auténticos y propios del lugar al que se nos quiere acercar, la obra se convierte en un conjunto de elementos de estilo conceptual, por lo que el público puede quedar desconcertado al encontrar fotografías y azulejos en lugares aparentemente aleatorios de la galería sin llegar a entender muy bien el por qué.

Las acciones de la artista en la naturaleza autóctona pueden tratarse a su vez de una crítica sobre el sangriento comportamiento del ser humano hacia nuestro planeta, deforestando los bosques, contaminado los mares, el aire que respiramos, todo por intereses económicos, modificando la tierra en la que vivimos, hasta que finalmente nuestra especie quede reducida a polvo, o quién sabe, puede que a un azulejo.

Podríamos decir que las claves de la obra de Maider López son la arquitectura, el paisaje y la acción, tanto de la artista como del espectador, dado que no solo forma parte de la exposición la naturaleza terrestre, también analiza la convivencia de seres humanos en un entorno determinado, factor imprescindible en la creación de un hábitat. Por lo que también debemos resaltar e gran trabajo previo realizado antes del viaje, investigando el ecosistema y creando un catálogo de colores de la zona.

Una china en el zapato.


Título original 
Zoom In.

Artistas
Maider López.

Lugar
Galería Espacio Mínimo.

Fecha
21 de enero - 11 marzo, 2017. 


Edgar Cárdenas.

"¿Qué es esto?, me dijo un niño mostrándome un puñado de hierba.
¿Qué podía yo responderle?
Yo no sé lo que es la hierba tampoco."
Canto a mí mismo - Walt Whitman.

            Si el niño hubiese realizado la misma pregunta a nuestra protagonista, Maider López, la respuesta se haría de esperar, "niño eso es verde". Por el contrario si la pregunta del niño hubiese sido dirigida a mi madre, también la respuesta se haría esperar "¡Niño deja eso coño! que seguro que se ha meado un perro, y comete el bocata"; es decir, hay tantas respuestas para un mismo trozo de hierba como preguntas en su haber, pero la diferencia está en la persona que responde, y en este caso se trata de una artista.

Siempre que me preguntan ¿para qué sirve estudiar arte? Suelo responder con el mismo argumento que un día me aprendí: "Cuando voy al campo sólo veo árboles, pero cuando me acompaña un amigo botánico, además de árboles, veo abedules, pinos, hayas, robles y alcornoques. Veo incluso ese liquen especial que adorna el tronco del abedul, y para el que era ciego antes de que mi amigo lo nombrara". En otra palabras, soy capaz de ver más allá de las simples formas, colores y composiciones, que me ofrecen la diferentes manifestaciones del ser humano. En el caso de la artista Maider López, el color y composición son la base de su proyecto artístico, un juego infantil en busca del marrón, verde, amarillo o rojo. Al entrar en la galería, te sumerges en un mundo de Where's Wally pero esta vez, el hombrecillo a rayas rojas y blancas, ha sido sustituido por una serie de azulejos pintados con lápices de colores.
Si califico esta exposición de "participativa", caería en un error, porque todas las exposiciones nos provocan una participación, mas o menos intensa, con las obras expuesta. En este caso la participación se intensifica por la obligación de observar y no mirar, el espectador se detiene en cada obra en busca de ese color, que antes asoma en su forma cuadrada.

La atmósfera que cubre la obra, es decir, el espacio galerístico, ayuda al visitante a distraerse. Si, he dicho Distraerse. En mi opinión, la galería Espacio Mínimo tiene complejo de MoMA. El intento de adoptar el estilo white cube es patético, entre el color blanco hospital de sus paredes, y el suelo gris con la misma textura que las lápidas de un cementerio, hace del contener un espacio contaminante del contenido (existe mundo fuera de las fronteras de Estados Unidos, el Irish Museum of Modern Art, optó por nuevas soluciones a finales del siglo XX, sobre el espacio museístico postmoderno). Pero no acaba aquí la casa del terror de Espacio Mínimo, existe una planta inferior a modo de bodega, donde se ubica una Columna de piedras, que forma parte del proyecto Moving Stone (Piedras en movimiento; está en inglés porque vende más, suena más "internacional", pero la artista es de San Sebastián). Maider López explica la intención de este proyecto de la siguiente manera: "Meto la piedra en el bolsillo, al rato me olvido de ella. [...]. La dejo debajo de un árbol. La piedra ha caminado conmigo y cambiado su ubicación 3 kilómetros". Lo sabía. MIRA QUE LO SABÍA. Cuando iba a parvulitos, me metía un gran puñado de piedras en mi bolsillo delantero del baby, andaba más kilómetros que Maider López para ir a mi casa, pero las piedras no terminaban en un árbol, sino en el cubo de la basura. Mis padres no valoraban mi "performance", y ahora nadie me llama para ir a ARCO. ¿Por qué yo no soy artista?
La respuesta es compleja, solo diré que soy el amigo "botánico". Cuando voy a un museo y mis amigos me preguntan ¿Edgar esto es arte, si podría hacerlo yo? Respondo sin titubear: Te gusta, eso es todo, sea abstracto o un paisaje. Te gusta. Te golpea. No tienes que leerlo.
Esto último no es invención mía, lo dijo Greenberg, pero cada vez que lo digo quedo genial  y dejan de preguntar.

Ya no hay palabras.

Zoom in/Moving Stones. Maider López.
Galería Espacio Mínimo/ Museo Geominero.
María Álvarez Villar
La exposición de Maider López se podría dividir en dos partes bien diferenciadas: por un lado, la nueva relación con la naturaleza que se propone a través en Zoom in; y la correspondiente a Moving stones, situada en el museo Geominero, donde la artista fotografía reflexiona sobre la transformación invisible de la naturaleza, siempre unida a la mano del hombre. Frente a la inmensidad y la belleza del paisaje, la donostiarra declara no ser capaz de concentrarse en nada concreto y eso es lo que busca justamente en sus obras, centrarse en el detalle, aprehenderlos en su singularidad. En esta línea sigue Moving Stones, que pretende ser una reflexión sobre las consecuencias de nuestros pequeños actos en la naturaleza, detalles que a menudo pasan desapercibidos pero que terminan por dejar huella; obviamente el proyecto entraña también un alegato ecológico, dado que la huella humana en la naturaleza no suele ser precisamente inocua, incluyendo actos tan pequeños como mover una piedra. Este tipo de lectura también estaba presente en Ataskoa, donde López realiza una convocatoria pública para crear un atasco -ya de por sí una paradoja- en una carretera de montaña y así reflexionar tanto sobre el uso del automóvil, como promover nuevamente ese contraste entre el detalles, los automóviles, y la inmensidad del paisaje.

Si reflexionamos sobre nuestro panorama actual, la belleza que dejaba sin palabras a la artista se verá substituida por un clima de pesimismo y la desolación, donde igualmente parece imposible discernir aquellos detalles que escapan al resultado final, llevándonos al mismo estado de afasia que embarga tanto al artista como al espectador en la obra; un sentimiento que parece endémico a la sociedad posmoderna, incapaz de dejar atrás el peso de los proyectos vanguardistas fallidos, el horror de la guerra… como señala Angélica Liddell, luego de las sucesos acontecidos a lo largo del siglo XX como el horror de campos de extermino, escribir -verbalizar, hablar- requiere dar tregua a esa sensación de sinsentido que lo empaña todo. Hablar sobre lo que acontece o lo acontecido, no es fácil, ni siquiera en metáfora, por lo que a menudo nos encontramos manifestaciones que se basan en la reiteración y la relectura del pasado sin aportar nuevas perspectivas, por lo que tales manifestaciones llegarán a conclusiones ya conocidas en lugar de plantear nuevas preguntas y proyectos; lo que podría constituir una nueva forma de entender nuestra relación con la naturaleza llegará como siempre a un callejón sin salida donde la reflexión reconoce lo erróneo del planteamiento pero no su solución; y es que a ese nivel llega el estado afasia en el que nos encontramos. Deshacerse de esta perspectiva dominante y centrar la atención en el detalle constituye una propuesta muy interesante a la hora de repensar nuestra realidad (y encontrar en el detalle un hilo conductor olvidado que consiga plantear nuevas preguntas y la consecución de nuevas respuestas); no obstante, pese a lo interesante del planteamiento, el proyecto toma quizá una forma demasiado simplista. Pese a que el ejercicio propuesto por Maider López a sus alumnos de la Capadócia pueda resultar enriquecedor, el resultado y su forma de exponerlo en la galería perdura más como anécdota, recuerdo del ejercicio, que como verdadero resultado del ejercicio de toda esta tarea reflexiva, pudiendo dejar al espectador conocedor de sus intenciones, un tanto decepcionado.



Colores, Piedras.

Zoom In y Moving Stones
Galería Espacio Mínimo y Museo Geominero
(21 de enero al 11 de marzo de 2017)

Sofía Abelaira Barrera Orosa

La galería Espacio Mínimo expone el proyecto individual de Maider López título Zoom in, este proyecto se completa con otros dos que se exhiben en paralelo en otras dos sedes distintas Moving Stone (Piedras en movimiento) en el Museo Geominero de Madrid y 25 People on 25 Hills, 25 People on 1 Hill en el Stand de la galería Espacio Mínimo en Arco Madrid 2017, estos espacios se complementan entre sí. La artista Maider López nació en San Sebastián en el año 1975 y basa su trabajo en la intervención del espacio público y la arquitectura. Sus obras a menudo involucra al espectador (es el caso de esta exposición), provoca que forme parte de un espacio sutilmente alterado. La obra de esta artista femenina ha sido expuesta ampliamente nacional e internacionalmente, debemos resaltar su participación en Bienales como la de Venecia en el año 2005 o la de Estambul en el 2013. Maider López en esta exposición se pasea por los paisajes de la Capadocia en Turquía, paisajes que recuerdan al mundo de El Principito y por los que la artista camina sin rumbo fijo, fijándose en los colores y reflejando lo esencial que permanece desapercibido.
Maider López al dividir de esta manera la exposición nos incita a movernos y pasear, realizar un camino en busca de algo que no se sabe muy bien que es, persiguiendo piedras. La muestra de Moving Stone nos lleva a reflexionar sobre los cambios en el medio ambiente y lo responsables que somos de ellos. La artista de San Sebastián se dedica a mover piedras, las traslada a lugares diferentes donde adquieren un nuevo significado, no es lo mismo una piedra sobre un suelo blanco que la misma piedra sobre un suelo arenoso. Esto me lleva a divagar y no puedo evitar relacionarlo con el movimiento de las personas, las migraciones, la gente se mueve, se traslada y adquiere una nueva razón en otro lugar, cambia ese entorno que le rodea y aprende de él.  
Continuamos el viaje al que hemos sido invitados y llegamos a Espacio Mínimo, en este caso Maider López nos hace poner el punto de atención en lugares del paisaje, que son esenciales y que pasan desapercibidos, focalizar la atención en lo especifico y crear un dialogo así con lo general. Para la muestra de Zoom In Maider López pinta azulejos con distintos tonos del paisaje, estos se pierden en la galería por estar situados en el suelo, te ves obligado a buscarlos, después sientes la enorme pulsión de comparar el tono del azulejo con el aspecto específico que ella nos quiere señalar en la foto. Sin querer, sin esperarlo te encuentras escrutando el paisaje de la Capadocia como si allí te encontraras, dialogando con la naturaleza y deseando mover piedras.
Maider López nos quiere hacer reflexionar sobre las nuevas formas de ver y sentir la naturaleza, para ello nos obliga a pasear por la ciudad de Madrid buscando sus obras. Pretende que reflexionemos sobre lo especifico con sus azulejos de colores y en los alteraciones del entrono moviendo piedras. Maider López verdaderamente crea un arte de caminar pero no queda claro su mensaje, su intención es buena pero todo termina siendo colores y piedras. Su intención se desdibuja y se pierde en lo anecdótico, cierto es que te obliga a ver le especifico pero no creo que con ello nos haga pensar sobre el entorno de otra manera, además la alteración del entorno es tan minina que la reflexión es igual de pequeña. Para mi toda la exposición se resume en lo que mi madre me dijo al terminar de verla “¿ya está?”. 

Ordenar la mirada

Zoom in, Maider López 
Espacio Mínimo y Museo Geominero
Del 21 de enero al 11 de marzo (2017)

Marta del Castillo Bravo

Maider López expone obra en tres espacios diferentes (y así se ha vendido el proyecto con el eslogan A three locations project) donde por un lado tenemos la suma de la galería más la feria de arte (ARCO) -un combo ya nada sorprendente- y por otro el sí sorprendente caso de un museo no dedicado-en principio-al estudio, exposición o divulgación del arte contemporáneo. Así mismo en cada uno de estos espacios se inscriben proyectos distintos pero relacionados con el interés de la artista hacia los entornos naturales y públicos, qué o quién hace al espacio ser y cómo nos relacionamos con él.

Comenzando con el proyecto en la galería Espacio Mínimo titulado Zoom in, resaltar la adecuación entre las piezas y el display en la misma arquitectura de la galería, en un caso tan relacionado con el entorno. Por un lado la estética white cube que nos abstrae y centra nuestra atención en la disposición estratégica de fotografías a la altura de la mirada acompañadas de un artefacto peculiar, como es el azulejo, ubicado en el mismo suelo. Otra sala sigue a continuación, con el mismo concepto de obra, pero en la que el suelo adquiere un estatus de más relevancia, ya que el centro se ubica un mosaico del mismo tipo de azulejos. Y finalmente, bajando hacia el sótano, nos sorprende la pieza Columna, una estructura ascendente formada por piedras recogidas en la región de Capadocia, Turquía. Si bien, vayamos por partes. La relación entre las fotografías seleccionadas y los azulejos que las acompañan es meramente perceptual: la artista reflexiona sobre la visión y las condiciones en la que ésta se produce a partir de paisajes de Capadocia, que destacan por un alto cromatismo. Con la intervención de los azulejos, que en algunos casos destacan tonalidades sintetizantes, y en otros se integran en la misma fotografía, la mirada se ordena, abstraemos los elementos que organizan la imagen y los individualizamos. Sería como el píxel agigantado: totalizador, pero muy concreto. El mosaico en el suelo de la segunda sala ubicado en el centro y rodeado de estos ejercicios, crea el proceso a la inversa: deconstruye una imagen a partir de azulejos en los que el espectador ya ha asimilado su composición. Sin embargo, si hay algo que objetar, las imágenes que recrean el proceso quizá interrumpan la experiencia.

El proyecto en el museo me parece una mención especial. Moving stones/Piedras en movimiento, en la segunda planta del Museo Geominero de Madrid, aprovecha de manera muy fina esta ubicación. La artista selecciona fotografías de piedras random que recoge en Turquía, anota su localización y las desplaza hacia un entorno completamente diferente. Ambas fotografías se exponen en impresiones modestas entre las grandes vitrinas de piedras y minerales de la colección del museo. Cuando se hace el recorrido, la distracción es clave. Nuestra visión se interrumpe, se alternan los objetos de la mirada, se crea un diálogo en el espacio. Maider quería hablar de cómo los entornos condicionan la percepción de una misma cosa, cómo esa cosa deja de ser para ser otra, y cómo esto sólo es capaz de producirse con la aparición en escena del ser humano. Pero esto supera los márgenes de lo representado cuando la visión introduce lo real/vitrina en el relato. Las mismas piedras que Maider selecciona son las que se han descontextualizado en la colección del museo (pese al afán de catalogación, vaya). En este sentido propongo seguir la estela de Maider y añadir a las cartelas de la colección las coordenadas exactas del origen. Añadir que eché en falta, en la información expositiva, alusiones más directas hacia las implicaciones vitales que los cambios de coordenadas, la condición del viaje, etc. producen en los individuos. 

El color está influenciado por la vista.


Zoom In
Maider López. Galería Espacio Mínimo.
Desde el 21 de enero hasta el 11 de marzo de 2017.
                                                                                                                            
                                                                                                        Ana de Gracia Hurtado.

Maider López presenta una exposición que hace mención directa a la transformación casi invisible del paisaje. La artista expone unos azulejos pintados con los colores propios de la Capadocia, donde ha pasado dos años trabajando con estudiantes de allí mediante los elementos que le ha ofrecido la naturaleza; un trabajo a través de los colores del paisaje. Estamos ante la intención de una revelación, silenciosa, a través del sentido de la vista, que refleja mediante la interrupción del ser humano en la naturaleza. Pretende descubrir que, al fin y al cabo, hay un ser creador y, a su vez, es respetuoso con el medio ambiente. La naturaleza forma parte de la obra de arte en su forma más pura: el color. Zoom in es el resultado de un recorrido por los caminos de la Capadocia, observando el paisaje a través del color de elementos seleccionados de la naturaleza. La artista crea un nuevo enfoque para la mirada, establece un diálogo entre lo específico y lo general. La exposición se centra en una superposición de azulejos monocromáticos sobre una sección determinada del paisaje donde podemos encontrar exactamente el mismo color: por ejemplo, el amarillo de una montaña. Esto produce en el espectador una nueva forma de percibir el paisaje y una posibilidad de descubrir nuevas maneras de ver y sentir la naturaleza. Una especie de mecanismo que pretende educar la mirada para centrar la vista en la importancia de los detalles. Una forma de centrarnos en la parte pequeña de una inmensidad.

En general, la exposición centra su tema alrededor del color, en su importancia en la vida del ser humano y su relación con la naturaleza. Todas las personas tenemos conocimientos básicos sobre el color: que el color es luz, que la escala cromática se compone de colores primarios: amarillo, rojo, azul; y secundarios: naranja, verde y violeta. También sabemos que los colores se complementan; por ejemplo mirando un cuadro impresionista, rápidamente nos damos cuenta de eso: como un simple atardecer puede juntar diferentes tonalidades de un solo color. Así como en nuestro mundo, donde conviven lo positivo (luz) y lo negativo (oscuridad), los colores tienen cualidades: las tonalidades y los matices. Y lo más importante, los colores cargan y transmiten información. Los colores no sólo son compañeros constantes de ruta, que nos rodean, nos influyen, nos estimulan o  incluso nos deprimen, sino que, además, son una fuente de conocimiento para nuestra propia personalidad.

Otro de los caminos que se nos puede mostrar con la exposición de Maider es la importancia del detalle. Destacar como el cerebro tiene la oportunidad de suprimir la información de fondo para centrarse en los datos importantes. El cerebro es incapaz de procesar la inmensa cantidad de estímulos que le llegan desde los sentidos. Estamos limitados en la cantidad de información que podemos procesar, por ello lo mejor que se puede hacer es ser selectivo. En la mayoría de las situaciones de la vida cotidiana, como puede ser ir en coche, andando o, simplemente, mover los ojos por la habitación, hacen que el movimiento de fondo sea menos importante que el de los objetos pequeños que nos completan. El proyecto crea un dialogo entre lo específico y lo general, marcando el paisaje a través de baldosas de color, que señalan el punto de vista desde el cual podemos encontrar ese mismo color en un elemento especifico del paisaje. La importancia de los detalles. De los detalles de los colores para ser exactos. Como un paisaje es un conjunto de esos colores, y, que si te acercas, verás que no solo existe un color único sino que según los agentes externos, como la luz, le dotan de variadas tonalidades.


Multicolor




Maider López
“Zoom In”
Galería Espacio Mínimo
Hasta el 11 de Marzo de 2017
                                               

                                                  
                                                    Multicolor   

                                                   

Una  exposición más? Solo con la primera mirada el colorido te transporta al lugar, recordándolo  porque lo conocemos, o  porque reflexionamos sobre lo bello que es la naturaleza, reflejada en la mirada de la artista que trasciende más allá de la relación de su entorno. 
En busca del color de la naturaleza, una nueva forma de mirarla. A través de su trabajo, con  la fotografía Maider López se interesa por la vida y la naturaleza, su simbiosis, reflejando la conexión multicolor del entorno y el hombre.
 Los paisajes que  rodean, con sus campos, su color y con la presencia humana componen esta creación efímera, pero que la artista  atrapa, la confronta, y exhibe su inmensidad  y da testimonio con su fotografía, con lo cual  su obra no muere, sino que el espectador  completa  la creación manteniéndola con vida, 

Sus juegos de desplazamientos, “all way”, interaccionando la naturaleza y relacionándola, nos presenta la multitud de realidades en que vivimos y nos hace repensar nuestra existencia en el mundo. 
La pura naturaleza,  más que un juego óptico de colores, nos la ofrece marcando sus colores con los mosaicos mostrados por personas.  

Maider recorre los senderos de Kizil Cukur en Capadocia. En el paisaje natural identifica con azulejos la gama de  colores existentes en el paisaje; vemos el amarillo de una montaña, el gris de las piedras y hasta las cajas azules  de la apicultura forman parte de paisaje.
 Maider López  establece las similitudes del color del paisaje de  esta obra como un trabajo artístico comunitario del taller con los estudiantes de Arte del Departamento de Pintura de la Universidad Nevehir Haci Bektas Veli, en Capadocia. El espacio expositivo que organiza la artista nos muestra el resultado del trabajo final y el proceso que se llevó a cabo en el cual se experimentó con el paisaje a través del  color.

Las fotografías  del paisaje que nos presenta  Maider López en su obra  se mueve para sacar a alguien o algo del lugar de donde se encuentra y esto es un constante en su obra. Utiliza el desplazamiento como recurso, para crear situaciones de diferencia, de entretenimiento o tal vez para crear un lugar mental en la que se confrontan nuestras ideas preconcebidas. Y al mismo tiempo estas fotografías  nos sugiere como espectadores otra forma de percibir la inmensidad  del paisaje y como sentirlo
Los Paisajes  pueden expresar una emoción ante la sublimidad de la naturaleza, como un sentimiento moral del paisaje o como una fuente primigenia 

La exposición se completa con una columna de piedras de Capadocia , de las que todos ponemos en los caminos cuando hacemos una excursión, las juntamos  y las colocamos de tal forma que se construya una torre, como recuerdo o como invitación a los demás para completarla. 
La artista  les llama, "moving stones", pero cada piedra de esta creación  tiene su ubicación, donde  cada una, fue recogida, con  su mapa cartográfico.


 Zoom In, es el título del primer proyecto individual de Maider López para la galería Espacio Mínimo, que se completa con otras dos propuestas complementarias, que se exhiben en otras dos sedes: Moving Stones, en el Museo Geominero de Madrid y 25 People on 25 Hills, 25 People on 1 Hill y que fue expuesto en el  Stand de la galería Espacio Mínimo en ARCO Madrid 2017.

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El cambio

Esta exposición realizada por la artista Maider López, se ha realizado en tres lugares diferentes y con tres nombres diferentes. La sede principal de su exposición seria la galería de arte Espacio Mínimo, llamada Zoom In. El otro espacio es el Museo Geominero, la exposición de esta artista que se realiza ahí es llamada Moving Stones y el otro espacio se realizó en el stand de Espacio Mínimo en ARCO que se realizó del 22 al 26 de febrero de 2017. Esta exposición, cuya sede principal se encuentra en la Calle Dr. Fourquet, su comienzo fue el 21 de enero y finalizará el 11 de marzo de 2017.
En la galería Espacio Mínimo se muestra una serie de fotografías de cuando la artista se fue a Capadocia (Turquía) donde realizó junto con los paisajes su obra. Esta consta, en este espacio, de fotografías con las que los detalles se enmarcan con los colores exactos expuestos en cerámicas. Se centra en los detalles y no en hacer una fotografía general al paisaje. Esta parte de la exposición no solo muestra fotografías que están repartidas por las salas, sino que pone los azulejos en el suelo, una columna que va desde el suelo al techo una especie de pergamino con las coordenadas donde ha realizado esto. En cuanto al Museo Geominero, expone fotografías que muestran como las piedras han sido movidas, piedras sin ningún significado, que han cambiado la forma del paisaje por mínimo que sea. Pone las coordenadas de donde las ha cogido y a donde las ha transportado. Esto lo que muestra es que un cambio por pequeño que sea puede ser importante y relevante.
En cuanto a ARCO, en el stand había una imagen que se llamaba 25 people on 25 hills. Aquí se ve como 25 personas están en 25 colinas de la naturaleza de Capadocia. Este proyecto se llevó a cabo con los estudiantes de Arte de la universidad de Turquía. Le ayudaron a hacer los colores para las ceraamicas, con una gran investigación sobre la tonalidad y la naturaleza. Esta artista trabaja interviniendo en el espacio público y en la arquitectura de manera sutil, hace que el espectador se tenga que involucrar en la obra y así este espectador forma parte de su obra.

En cuanto a mi opinión, esta exposición está mal planteada. Esta muy repartida, si quieres verla entera tienes que recorrerte medio Madrid. No creo que toda la gente que haya ido a la galería o al museo hayan ido a la otra parte a terminar de ver la exposición. Eso me parece mal porque si quieres que alguien conozca a la artista tienes que hacer fácil el acceso a ella y a su obra. Está claro que es original, pero a veces nos pasamos de originales, como en este caso y más que ayudar a la artista la hace mal porque no acabas de ver la obra. En cualquier caso, la obra de Maider López me parece original, me gustan los azulejos con los colores exactos de la naturaleza y mostrar el cambio que puede hacer el quitar una piedra pequeña y ponerla en otro lado. Con esto la exposición me ha gustado pero me falla la localización. 

La naturalidad de no ser naturales

Zoom In – Maider López
Galería Espacio Mínimo, Museo Geominero, ARCO_madrid
21 de enero – 11 de marzo

Fátima M. Marín Núñez

El arte imita la realidad. O la realidad imita el arte. Pero en cualquier caso, ambos están llenos de color. Incluso la ausencia de él crea una nueva gama. Una conexión con la naturaleza que nos hace comprender lo difícil que es ser ella, conseguir sus tonos, mantenerse viva, flotante. En un movimiento constante entre el origen y el destino, entre el nacimiento y la pieza artística. Así es como Maider López concibe su obra, en su primer proyecto expositivo individual, Zoom In, que danza entre tres sedes distintas, encerradas en el mismo tiempo: la Galería Espacio Mínimo, su stand en ARCO_madrid 2017 y el Museo Geominero, donde el Land Art se redescubre con Moving stones. Como si de una heredera de Richard Long se tratase, Maider vaga los espacios de montañas y valles que conforman Capadocia, en Turquía, diferenciándose del primero en la recolocación de las rocas entre unas cuatro paredes que logran convertirlas automáticamente en arte, en sacralidad, donde nada se puede tocar sino respirarse, reflejándose en las treinta y cuatro fotografías que captan el instante en el que la frase “Toda acción, por insignificante que parezca, tiene consecuencias” fue tallada. Contraponiéndose a ellas, en el piso inferior de Espacio Mínimo, una Columna se alza como elegida de entre las demás piedras del camino, cuya singularidad no es más que la de encontrarse en el lugar adecuado en el momento justo, al mismo ritmo en el que las pisadas de la artista se modelaron. Lo más único de entre la geología más única.
            Capadocia es el centro de todo. De la investigación que lleva al tono exacto de cada una de sus pieles, del viaje cerciorándose de que tal tinte insufla la misma vida, de la metamorfosis que convierte cada uno de los azulejos cromáticos conseguidos en algo más que simple materia, que reproducción de algo existente, con la persistente idea del ser humano de adueñarse de todo lo que ve, hacerlo suyo, demostrar que es imitable, negando su excelencia. Sin embargo, la pieza artística no es el resultado, sino el proceso. Lo mismo que una orilla llena de cantos, este viaje pleno de pruebas conduce al espectador a experimentar un pseudo gesamtkunstwerk, la obra de arte total donde los espacios y tiempos se anulan. Se convierten en mínimo. La verdadera obra es el diálogo del visitante con ese pedazo de tierra marrón, de montaña amarilla, de piedra gris, que desde el suelo lo separa de la fotografía donde dichas muestras fueron tomadas. Es la transportación a otro anhelo, al punto del globo donde, posiblemente, nunca haya estado, que le abre en canal cuando cierra los ojos. El mejor modo de observar detalles es en pantalla en negro.
            Como piezas exteriores al medio, como rocas encerradas en una galería que las cubre con su halo de arte, de pieza importante, distinguida y distante, también las veinticinco personas en veinticinco colinas se desvinculan de su hábitat natural, provocando el primer cambio visible en ellas, donde seguiría el impacto artificial de la zona protegida y patrimonio. ¿Qué sigue siendo naturaleza en el año 2017? ¿Acaso queda algún recoveco del planeta donde no hayan jamás existido huellas humanas? ¿Qué nos queda por pisar, mover, cambiar, derrocar? Nada es natural si ya ha sido inmortalizado, por unos ojos, por un fotograma. Quizá naturaleza sea el término contemporáneo usado para sentirnos bien con nosotros mismos, en la esperanza de que siga existiendo algo así definible, inviolable, donde no haya llegado el daño, la explotación, la deshumanización, corrompidos. La ciencia robotizada y el arte de la simulación. Y Maider: ¿lo secunda o lo refuta?

Mirar más allá

Maider López
Zoom In
Galería Espacio Mínimo, Museo Geominero y ARCO (Madrid)
Del 21 de enero al 11 de marzo de 2017 

David Arévalo del Pozo

La artista donostiarra Maider López se ha dedicado mayormente a lo largo de toda su trayectoria a defender el espacio público y la arquitectura a partir del diseño urbano. Tiende a mostrar la capacidad que tienen las personas para transformar su entorno, jugando un papel básico en su obra. Esta autora no realiza performance, genera situaciones y realiza acciones articuladas para las personas, no practica el arte conceptual, pero se ha nutrido de él.
A partir de la reestructuración del espacio urbano, utilizando elementos del mobiliario del mismo, hace que convivan diferentes maneras de vivir el espacio público
Maider López, es una artista que trabaja en diversos contextos, desarrollando su trabajo en sitios que apena conoce, en los que pasa bastante tiempo experimentando y estudiando su contexto, a la vez que alterna con otros que ya conoce. Esa relación de lo propio y lo ajeno, lo cercano y lejano, es lo que hace particular su trabajo.

"Zoom In" es el título del primer proyecto individual de esta artista, en el que experimenta el paisaje a través del color, está expuesta en la galería Espacio Mínimo, se complementa con otros dos proyectos que se exhiben en diferentes lugares, "Moving Stones/Piedras en movimiento", que se puede ver en el Museo Geominero de Madrid, así como "25 People on 25 Hills, 25 people on 1 Hill" que se puede ver en el Stand de la propia galería en ARCO. La obra intenta sugerirnos formas diferentes de ver, percibir y sentir la naturaleza. La artista nos marca el paisaje para que podamos concentrar la mirada en algo especifico, azulejos coloreados, el amarillo de una montaña o el verde de una planta, lo que nos permite no sólo contemplar el paisaje en toda su inmensidad, sino también la posibilidad de concentrarte en algo especifico, enriqueciendo nuestro nivel de percepción.
Maider López nos presenta fotografías de paisajes por cuyos senderos la artista se detuvo para apreciar el entorno y la superficie, consiguiendo rescatar los elementos que lo componen. Suele hacer un guiño al espectador que siempre está presente en sus trabajos, en esta exposición rescata un color y lo relaciona con el mismo pero en otro entorno, marca el paisaje mediante azulejos coloreados que distribuye por la sala buscando las similitudes cromáticas.
La exposición se completa con la pieza "Columna", que es parte de su otro proyecto antes mencionado "Moving Stones/Piedras en movimiento", en el que una serie de paseos por Capadocia le sirve para seleccionar, transportar y reubicar piedras que estaban a lo largo del camino, en el que apenas hay gestos que podrían transformar el paisaje, se puede ver en esta parte documentación gráfica y cartográfica en la que se señala de donde se recogen las piedras, y cual va a ser el lugar donde se depositarán. Así podremos ver el antes y el después del paisaje, al haber sido modificado por ella misma.

Ciudades, personas, paisajes, somos motivo del espacio que Maider López nos propone: colores, formas, ubicaciones, toda forma parte de la arquitectura mental de nuestra artista. Su obra transforma y facilita la convivencia en los diferentes espacios en los que su obra se hace patente.  Visibilizar lo que no vemos, abrir posibilidades a transformar la realidad cotidiana creando estímulos para que el día a día nos sea más llevadero. Repensar nuestro entorno, crear situaciones de extrañamiento para dar lugar al nacimiento de un nuevo sitio mental, abandonar las creencias preestablecidas y comprobar las transformaciones o alteraciones en el que el estado de las cosas pueda dar lugar a grandes cambios. 

Arte y oro

Maider López
Zoom in 
Del 21 de enero de 2017 al 11 de marzo de 2017

Loreto Sáenz de Sta. Mª Larrea

En esta exposición de Maider López, situada en distintas localizaciones, nos lleva a  darnos cuenta de la inmensidad del paisaje y de la manera en la que nos puede llegar a invadir lo general del mundo y hacernos tan diminutos como a las piedras; que si nos damos cuenta son joyas igual que nosotros.
Muchas veces hasta que no me recuerda mi padre lo lista que soy no lo pienso; y de la misma manera, Maider hace la labor de recordarnos que tenemos que fijarnos en las pequeñas cosas. ¿De qué color es el planeta en el que vivimos? Azul y verde diría yo; pero si tengo que responder después de entrar a "Espacio Mínimo" contestaría: naranja, marrón, verde, azul, rosa que me encanta... Al fin y al cabo, parece que sí, que este mundo grande, se nos queda así de grande y no somos capaces de enterarnos ni del Nodo, a no ser que me lo pongan como Maider, en piezas cuadradas de colores como si se tratara del Lego de mi hermano, que hasta que no cumplía los tres años alguien me prohibía jugar.

La exposición nos muestra, no solo la riqueza colorista del paisaje, sino también el cambio y las transformaciones que sufrimos en muy poco tiempo. Las piedras, como nosotros, unas más flexibles, otras menos, unas más camaleónicas que se adaptan a la situación que se les plantea, y otras, que cuando están con otras de su especie no llaman la atención, pero solas brillan casi como las estrellas. Me ha resultado curioso que en el Museo Geominero eligieran colocar las fotografías entre las vitrinas más ricas de todo el museo, donde está el oro, sin ir más lejos. Aún así, supongo que eso hace más valiosa la obra de Maider, porque simplemente por eso, que sigamos fijándonos en sus obras, tiene el mérito que tiene. Y pensándolo bien, recuerdo casi igual las coordenadas de las fotografías que las piedras que había de color turquesa. Al final de lo que me puedo dar cuenta, es del cuidado de lo pequeño, que se trata de valorarlo, al igual que exponemos una goethita o una hemimorfita que son enanas comparadas con las estrellas, fijarnos en cada detalle, en el color y por romántico que suene en el devenir de la vida. Tras ver esta exposición, lo que me he planteado es que estamos hablando de "Piedras en movimiento" en un pequeño periodo de tiempo, pero ¿cómo no cambiará la naturaleza en siglos?

En definitiva, el mundo parece esto, una montaña de piedras sujetadas por lo que se denominaría el planeta Tierra, y que cada uno de nosotros somos una de ellas. Yo no se si he encontrado demasiadas metáforas en toda esta exposición, pero desde luego, que he sentido que hay cierta similitud. Al fin y al cabo, cuando estamos rodeados de gente no nos estamos valorando, y cuando la vida va al ritmo que va, rodamos sin conciencia de que en realidad, vamos creciendo y nos vamos adaptando al espacio. Dependiendo de con quien estamos cambiamos de color, y de posición; quizás podríamos denominarlo rol. De lo que nos habla Maider López es de todo esto en conjunto, pero mejor que yo ella lo ha conseguido concretar, fijarnos en los detalles y en la cantidad de objetos bellos o no bellos que tenemos en esta inmensidad del paisaje. Porque paisaje hay uno, y naturaleza hay una; pero dentro de estos dos conceptos hay inmensidad de otros que no nos enteramos. Y ella viene a recordarnos lo listos que somos como mi padre, y lo hace con la naturaleza y el oro de por medio.

El tele-transporte geográfico

La exposición de Maider López, Zoom in, se encuentra en la galería Espacio Mínimo situada en C/ Doctor Fourquet, 17 y se complementa con otros dos proyectos expuestos en paralelo en el Museo Geominero (Moving Stones) y en ARCO del 22 al 26 de febrero (25 People on 25 Hills, 25 People on 1 Hill). Esta exposición está al alcance del público desde el 21 de Enero hasta el 11 de Marzo.
Maider López trabaja a través de muchos lugares y su trabajo se mueve por el espacio público realizando numerosas intervenciones en interiores y exteriores. Sus acciones van unidas a las localizaciones donde se adentra en el paisaje, dando importancia a las interacciones que hay con el mismo, importándole y dotando a sus obras de un espectador activo.
Zoom in refleja la naturaleza de la Capadocia, región de Turquía, que mediante la ayuda de estudiantes de Bellas Artes, quieren captar la esencia de la naturaleza por medio de los colores que la conforman pintando así azulejos con los mismos tonos. Los estudiantes crean una nueva experiencia artística personal. De esta manera, Maider intenta acercar al espectador el paisaje de esta región sin la necesidad de salir de una sala mínima. En esta galería se exponen estos azulejos dispuestos en el suelo junto con unas fotografías colocadas aleatoriamente y un papel impreso con las coordenadas geográficas del lugar, de tal manera que no transmite una correcta organización y aprovechamiento del espacio.
Esta exposición se complementa con el proyecto “Moving Stones” expuesto en el Museo Geominero. En esta ocasión la artista ha llevado a cabo fotografías de piedras que movía de un espacio a otro de manera sutil sin a penar modificar el entorno. A pesar de moverlas quedaban documentadas mediante las coordenadas de su ubicación inicial. Una vez realizado este proceso se vuelve a repetir de la misma manera en la nueva ubicación. La artista nos muestra las fotografías enfrentadas donde se puede apreciar que un mínimo cambio a veces genera diferentes estados. De esta manera la artista quiere que el espectador tome conciencia del papel que desempeña en el cambio geográfico. No obstante, hablando de esta intervención en el espacio ha generado un nuevo paisaje con la pieza Columna de piedras. Lo que intenta Maider López es que tengamos un fragmento de la Capadocia en Madrid sobre una única coordenada.
Lo interesante de esta exposición, a parte de la concepción de esa mezcla entre Arte Conceptual y el Land-Art, es que ya supone un recorrido geográfico para el espectador y no sólo virtual como se viene dando hasta el momento. De esta forma parece que es el espectador el que está interviniendo en la obra, dentro de la obra. Resulta bastante interesante esta intervención involuntaria. La artista podría documentar el recorrido de los diferentes espectadores a lo largo de ambas visitas para generar una nueva trama de paisaje urbano. Podrían ser a la vez grandes performance donde el artista podría pasar a ser el espectador de su arte.

Quizás lo más llamativo de esta exposición ha sido el momento de coincidir ambas obras en varios espacios y tal vez, en los próximos años estemos delante de cómo viaja el objeto a la fotografía en la ciudad. Resulta muy atrayente y reconfortante esta forma de hacer arte mediante el recorrido y la exploración de territorios desconocidos para poder experimentar nuevas sensaciones que son, al fin y al cabo, el alimento del artista.
                                                                                              Laura Tlai Velasco
Colores detallados
Maider López
Zoom In
Galería Espacio Mínimo, Museo Geominero y ARCO (Madrid)
Del 21 de enero al 11 de marzo de 2017                                Nerea Modrego González

Zoom In es el nombre del primer proyecto individual de la artista Maider López, que se encuentra actualmente exponiendo en la Galería Espacio Mínimo en Madrid. Conjuntamente con este trabajo, expone  en el Museo Geominero  con título Piedras en Movimiento o Moving Stone y 25 People on 25 Hills, 25 People on 1 Hill en el Stand de la galería Espacio Mínimo en ARCO Madrid 2017. La creación de estos dos trabajos se desarrollo en la Capadocia, zona en la que la artista desarrollo una serie de prácticas junto con el grupo de Bellas Artes de la Universidad de Nevşehir Hacı Bektaş Veli.

El discurso que la artista nos quiere mostrar se centra en la atención a los detalles. La exposición cuenta con dos salas en la que nos presenta una serie de fotografías y una sala con una columna formada por piedras, las cuales salen de las propias montañas de la Capadocia, perfectamente documentada su localización. La unión de tres cuestiones dentro de estos espacios, por una parte el propio resultado de la obra, lo que la artista quiere hacernos ver, los colores de cada parte de esas montañas. Por otra, las imágenes del proceso de búsqueda del color. Maider López nos quiere hacer llegar un mensaje a través de algo tan puro, como los colores de la naturaleza, centrarnos en los detalles. Los colores pantone de las montañas de la capadocia, minuciosamente sacados con el trabajo de campo. Esta otra parte de los artistas, el propio proceso de la creación también nos los muestra junto con el resultado, una forma de acercarnos a su trabajo y a la idea de su obra.

Si nos centramos en la idea principal de la exposición, hablamos de “detalles”,  el propio título nos lo pone sobre la mesa. En la actualidad nos encontramos absortos en una inmensidad de noticias, fotos, colores indefinibles, cosas que comprar, carteles de propaganda que hacen que perdamos la atención de los pequeños detalles o, yendo un poco más allá los pequeños gestos cotidianos. Quién sabe si el verdadero mensaje de la artista es que centremos nuestra atención en lo importante, en lo oculto por ese bombardeo de luces que desenfocan nuestra mirada. La galería nos sumerge en una paleta de colores calizos y vibrantes de las flores y las plantas, los marrones y colores tierras de la Capadocia. La superposición de las baldosas de colores en el fondo natural me recuerda al movimiento cubista, la descomposición, en este caso del color, a través de formas geométricas crea una composición nueva basándose en la sutileza de los detalles. También juega con la idea del zoom, de cerca se ve la composición con la paleta de colores pero desde lejos nos da la sensación de cómo si no hubiera una baldosa. Tal vez la artista quiere jugar con la descomposición de la armonía de los colores, si miramos un atardecer, tiene inmensos tonos de colores, pero si nos centráramos en todos ellos sacaríamos una serie de naranjas. En tercer lugar podría hablar de llevar el propio terreno a la galería, traslada el espacio escénico para mostrar sus ideas. Esta parte de la exposición toma cuerpo con la exposición que se encuentra en el Museo Geominero.


El mensaje de la artista es sencillo y simple, fijarnos con atención en las cosas pequeñas, los detalles, ser minuciosos con el entorno que nos rodea, y de igual forma que en su obra descodificar o descifrar cual es el mensaje que nos envía. 

La naturaleza a examen.

Maider López. Zoom In.
Galería Espacio Mínimo.
Exposición del 21 de enero al 11 de marzo de 2017.

Rocío Martínez Martínez
La exposición Zoom In que inauguraba la galería Espacio Mínimo el 21 de enero, es una muestra individual del trabajo de la artista Maider López, la cual desarrolla sus proyectos en el espacio público, interviniendo en él para así lanzar mensajes al espectador, que es también a la vez, interviniente en sus obras. Esta muestra se completa con la de otros dos proyectos que podemos encontrar actualmente en dos sedes diferentes, una de ellas en el Museo Geominero de Madrid con el título Moving Stones/Piedras en movimiento y la otra, en el stand de la galería Espacio Mínimo en la feria ARCO de Madrid con el título 25 People on 25 Hills, 25 People on 1 Hill, estas tres muestras se complementan a la vez, entre sí.   La exposición Zoom In, se centra en una serie de obras gráficas basadas en fotografías de un proyecto que Maider López llevó a cabo en Capadocia (Turquía) en el que colaboraron estudiantes de Arte del Departamento de Pintura de la Universidad Nevşehir Hacı Bektaş Veli, los cuales estudiaron con gran precisión los colores de estos paisajes, creando con ello, un catálogo de colores.

Las fotografías muestran el paisaje de los montes de Capadocia en las que, a través de azulejos coloreados según los pigmentos de la naturaleza, la artista nos quiere mostrar las particularidades del paisaje fijándose con ello en lo individual y creando un discurso entre lo general y lo específico. Se trata de otra forma de mirar, un discurso paradójico debido a que, al observar un paisaje solemos captar la generalidad de éste sin tomar conciencia de los detalles, por ello la artista trata de mostrar la importancia justamente de lo particular, ya sea de una planta, una flor, o cualquier otro elemento. Lo interesante, es que no sólo observamos en este proyecto el resultado final, sino que estas fotografías nos muestran el proceso llevado a cabo por esos estudiantes, dando importancia por ejemplo, al momento en el que están pintando las piezas de porcelana y no sólo a cuando éstas están ya acabadas. Este proyecto dialoga íntimamente con el espectador, el artista hace que nos preguntemos si de verdad damos suficiente importancia a lo individual y si nuestra forma de mirar es la correcta, con ello propone la posibilidad de encontrar nuevas formas de observar sensibilizando con ello al espectador respecto a la naturaleza.

Además, la exposición que se organiza en tres salas, también muestra el proyecto Moving Stones/Piedras en movimiento en el que encontramos en la parte baja de la galería, una columna formada por piedras que la artista fue recogiendo en sus paseos por Capadocia además, a su lado encontramos expuesta documentación cartográfica con las coordenadas de donde se encontraban ubicadas esas piedras. Nos hace reflexionar sobre la facilidad de transformar la naturaleza a nuestro antojo que, además se consigue con un mínimo esfuerzo pero no debemos olvidar que nuestras acciones siempre tienen un impacto, algo que se encarga de demostrarnos la artista con esta obra.


En general, me ha parecido una exposición de gran belleza y sensibilidad en la que la colaboración de los estudiantes ha sido un gran acierto ya que aporta originalidad al proyecto. El visitante entiende fácilmente el sentido y logra ver de diferente forma la naturaleza experimentando con ello, un nuevo enfoque a la hora de mirar y reflexionando a la vez sobre las sensaciones al observar la naturaleza. 

En busca de la exposición perdida

Beatriz R. Espinosa

Comentario sobre las exposiciones Moving Stones de Maider López en la galería Espacio Mínimo y el museo Geominero de Madrid.

En la galería Espacio Mínimo, se exponen azulejos pintados con colores presentes en las fotografías que se muestran, y en la parte subterránea se ha dedicado un espacio donde están colocadas en fila vertical piedras con una cartela en la que se detallan las coordenadas de cada una.

Las fotografías que se exponen en el museo Geominero, muestran piedras de Capadocia escogidas al azar, donde se encontraron, y posteriormente, movidas de su lugar de origen. Antes de cogerlas y moverlas de sitio, el artista anotó sus coordenadas (que podemos ver como pie de las fotografías) y al volver a reubicarlas, repitió este proceso.

Esto en cuanto a contenido. En cuanto a criterio expositivo, en Espacio Mínimo vemos una muestra sencilla, clara y sobretodo, fácil de encontrar. Nada que ver con lo que me encontré al llegar al Museo Geominero. Nada más entrar, un cartel enorme anuncia la exposición de Maider López, lo que hace suponer que no va a ser complicado dar con ella, pero nada más lejos de la realidad. Tras recorrer la planta inferior, confundirme varias veces y casi entrar en despachos privados (todo esto esquivando numerosos escolares que correteaban y toqueteaban todo sin que nadie pusiera un poco de orden), pregunto a un vigilante de seguridad que me indica que mi objetivo se encuentra en la sala principal del museo (de 3 pisos) sin más especificaciones. Voy hacia allá, y tras dar vueltas y vueltas entre las vitrinas de la planta baja, acompañada de los molestos estudiantes y sus también inquietos profesores, decido comenzar a explorar las otras plantas. Después de una búsqueda infructosa, deduzco que la exposición debe componerse de unos vestidos que aparecen repartidos por la planta baja y la primera planta, y están decorados con piedras. Pero tampoco tengo la seguridad de que sean obra de Maider, porque no hay cartelas que indiquen qué son, simplemente te remiten a una página web donde puedes encontrar más información sobre esos vestidos. Totalmente desorientada, me dirijo a unas jóvenes que están moviendo maniquíes, les pregunto si esa es la exposición temporal que anuncia el cartel de la entrada y me dicen que sí, y que ya están recogiendo porque termina hoy. Imaginad el grado de desconcierto en ese momento. Pues nada, me apresuro a ver los vestidos a la carrera antes de que se los lleven, y ya cuando he terminado y subo una planta más para ver si me he dejado alguno perdido, descubro cuando estoy a punto de irme del museo, y totalmente de manera casual, porque me estaba horrorizando el ver una piedra colocada encima de un embellecedor de radiadores, que estaba completamente rallado de los meneos que le meten los angelitos que van con los coles de excursión, que lo que buscaba está ahí, delante de mis narices, camuflado entre expositores y vitrinas con dinosaurios de plástico. Ahí están las fotografías de Maider López, sin cartelas (¿para qué?), excepto una pequeña en una de las escaleras que da acceso a la planta en la que en 10 líneas resume todo. Irrisorio. Ya puestos, podían haber metido las fotos en los cajones de alguna vitrina, que los niños del cole seguro hubieran encontrado, porque hasta de uno de esos cajones vi sacar bolsas del Corte Inglés que el museo atesora con mimo. Lo nunca visto. Por mi parte, contribuí para que los futuros visitantes que quieran ver la exposición no tengan que casi jugar al Cluedo para encontrarla, poniendo en el tablón de comentarios y sugerencias un cartel escrito con rotulador fosforito, poniendo bien claro que la exposición de Maider está en la segunda planta, muy bien camuflada, no vaya a ser que alguien la encuentre.

De(con)struyendo la Naturaleza

Maider López
Zoom In
Galería Espacio Mínimo, Museo Geominero y ARCO (Madrid)
Del 21 de enero al 11 de marzo de 2017.  

Silvia Blázquez Nevado 7/03/2017
La fotografía de Maider López expuesta en ARCO 25 People on 25 Hills, 25 People on 1 Hill representa las diferentes formas de relación entre el ser humano y la Naturaleza. Este vínculo me parece contradictorio, al igual que la exposición, por las impresiones tan dispares que me han causado las obras de sus tres emplazamientos. La muestra se divide entre la Galería Espacio Mínimo, el Museo Geominero y ARCO, y en cada una de ellas es diferente la percepción de la Naturaleza, no solo por efecto del continente -desde la estética minimalista de la galería hasta la cámara de maravillas, en la que hay que convertirse en detective para encontrar las fotografías bien camufladas entre las vitrinas- sino por el contenido en sí.  Por ejemplo, aquellas peculiaridades cromáticas que se nos muestran en Zoom in han sido descubiertas, como si de un juego se tratase, por estudiantes que se han detenido a contemplar pausadamente el terreno. Desgraciadamente, cada vez percibimos menos la infinidad de detalles que nos brinda el paisaje, porque solo miramos pantallas y a través de pantallas, pero las obras transmiten un interés por dejar de mirar y empezar a ver, a ver con los cinco sentidos.

Moving Stones, en cambio, sirve de crítica hacia todas aquellas alteraciones de la Naturaleza llevadas a cabo artificialmente. Su punto de vista es el del caminante que inconscientemente interviene en el paisaje, aunque también defiende el pacto de no agresión entre el ser humano y la Naturaleza. Ciertamente, dicha visión me resulta idealizada y simplista en una época en la que modificamos masivamente al planeta. El cambio climático está aumentando la temperatura de los mares y provocando deshielos, cambios en las corrientes marinas y la disminución del fitoplancton, la base alimenticia de muchas especies marinas, de las cuales las más vulnerables desaparecerán si no se pone remedio. La deforestación es brutal entre talas e incendios, por ejemplo Doñana o Yellowstone han perdido el 6,3% de sus bosques en los últimos 25 años. Y qué decir del negocio del agua, con trasvases de embalses secos a zonas recientemente inundadas. En resumen, el impacto turístico-destructivo que el ser humano está dejando en la Naturaleza es mucho mayor que un inocente traslado de guijarros y ramas. Ya no deja su huella en ella, directamente la está pisoteando.

Félix se estará removiendo al otear este horizonte desolador, ya lo avisó hace cuarenta años y seguimos como el que oye llover. Sería esperanzador que muchos rascaran la superficie de su figura televisiva -o incluso supieran de su existencia- y comprendieran que su mensaje está más vivo que nunca.
Y todos sabemos y estamos viendo todos los días que la especie humana, no sabemos por qué razón, está haciendo todo lo posible para destruir la vida en el planeta en que vive. Estamos envenenando la atmósfera que respiramos, polucionando las aguas que bebemos, destruyendo la vegetación, deteriorando el suelo, estamos haciendo todo lo que se podría hacer de una manera programada, terrible, como si los invasores de otro planeta hubieran pensado en destruir la Tierra, de una manera absolutamente irracional y sucia. […] Todos los seres humanos tenemos la obligación de hacer algo para defender a esta madre nuestra, que es la única que tenemos, y que se llama Tierra. […] Tenemos que seguir engrosando ese pequeño ejército para proteger la Tierra, el agua y el aire […] porque el día que acabemos con el oxígeno, con el agua y con la cobertura de la Tierra, habremos acabado con nosotros mismos[1].



[1] Félix Rodríguez de la Fuente, conferencia en el campamento Doctor Rodríguez de la Fuente en Montejo de la Vega (Segovia), 1974. https://www.youtube.com/watch?v=S2UFvyqIe4M y https://www.youtube.com/watch?v=h3gcUZXK2Q4 [3 de marzo de 2017]