Ficciones y territorios. Arte para pensar la nueva razón del mundo.
Museo Nacional centro de Arte Reina Sofía.
Comisarios: Manuel Borja-Villel, Cristina Cámara, Beatriz Herráez, Lola Hinojosa y Rosario Peiró.
Del 26 de octubre de 2016 al 13 de marzo de 2017
Del 26 de octubre de 2016 al 13 de marzo de 2017
Aitor Merino Martínez
El Museo Reina
Sofía aprovecha la ocasión para exponer
los fondos más contemporáneos de su colección, la mayor parte de ellos de
reciente adquisición. Los comisarios de la muestra, encabezados por el propio
director de la institución, Manuel Borja-Villel, abandonan la tradicional
ordenación cronológica en un intento por narrar la influencia que el
neoliberalismo tuvo en la vida económica, política y social desde los años
90 hasta el 2007. No obstante, querer narrar 15 años mediante un número reducido de obras hace que episodios indispensables para la comprensión del mundo contemporáneo no se encuentren ilustrados.
A lo largo de las 8
secciones en las que se divide la exposición, los artistas en ella agrupados
ponen de manifiesto una gran diversidad de actitudes frente a dicha situación. Un
discurso no ordenado que posibilita la libre transición por sus salas, algo que
no resta caos al irregular y laberíntico claustro del Reina Sofía.
Recorrer sus salas nos
hace recordar muchas de las exposiciones temporales realizadas en los 10
últimos años del museo: los Castillos en
el Aire de Hans Haacke, la jaima de Federico Guzmán, Hito Steyerl, González-Foerster,
Amos Gitai, Dorit Margreiter, Zoe Leonard o los restos de la performance de
Ines Doujak que formó parte de la exposición Principio Potosí… Hecho que pone de manifiesto la importancia que
tienen dichas muestras y su influencia sobre la colección.
Un centenar de obras,
realizadas por 50 artistas internacionales, que pretenden ser una panorámica
de 15 años de producción artística. No obstante, al igual que plantea el
título de la enorme serie de la fotógrafa Zoe Leonard (Analogue), asistimos a un cambio de paradigma: el paso de la
fotografía analógica a la digital, la desaparición del pequeño comercio a favor
de las grandes superficies, la conversión de lo local en global, el abandono de
la pintura (aparentemente decorativa) en pro de la imagen en movimiento. Por
esta razón, el lienzo se convierte en una rara avis entre los soportes de la
muestra y sólo aparece representado en los trabajos de Juan Ugalde y Néstor
Sanmiguel Diest (obviando la más que prescindible Rebeca H. Quaytman).
A nivel artístico,
dejando a un lado la poca presencia que tiene la pintura, la exposición sí
permite observar algunas de las prácticas más usuales en la producción de los
últimos años. Especialmente bien representada está la interdisciplinariedad que atraviesa la mayor
parte de obras de la exposición: el soporte plano con cualidades escultóricas
(Maria Nordman y Ibon Aranberri), la expansión del vídeo hacia la instalación
(Mapa Teatro o Joao María Gusmao y Pedro Paiva), la inclusión de lo teatral (la
serie fotográfica de Jorge Ribalta o el “tableau vivant” de Peter Friedl), la
música (fundamental es la página de Kurt Weill en la obra antes mencionada de
Friedl, eje principal del Santiago de
Joao Moreira Salles o la performance de Inés Doujak), la literatura (con los
continuos guiños de Dora García o las apropiaciones de Moyra Davey y Néstor
Sanmiguel Diest), el cine (con la voz de Marilyn Monroe saliendo del vídeo de González-Foerster
y los trabajadores que registraron los Hermanos Lumière más globalizados que
nunca) o la arquitectura (con una innecesaria revisión del movimiento moderno,
unos coletazos del surrealismo utópico de Roberto Matta y una exploración de lo
periférico por parte de Haacke y Manolo Laguillo).
Una exposición densa, a
veces inconexa entre sus secciones, poco representativa en otras, pero
aglutinante de un gran número de trabajos paradigmáticos de la producción contemporánea.
Un vistazo general de un mundo actual donde los modelos y problemáticas
locales se convierten en referentes globales.
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