Beatriz R. Espinosa
Martín
Palabras, palabras...
Antoni Muntadas
Galería Moisés Pérez de Albéniz
Del 21 de enero al 18 de marzo de 2017
Claustrofobia y resonancias creo que son los términos que
mejor describen la exposición que se acoge en la galería Moisés Pérez Albéniz.
Claustrobofia por la gran sensación de vacío que uno experimenta al recorrer la
muestra, a pesar de la amplitud física de los espacios del local; y resonancias
por la recreación de unos ecos visuales
conseguidos mediante la repetición de palabras que se van desvaneciendo ante el
espectador.
Nada más lejos de lo que ocurre en la vida real, de tanto
repetir las palabras acaban vaciándose de significado. Se pretende recrear el
espacio político, en el que como un mantra, una serie de términos se escuchan
sin cesar como “democracia, debate, demagogia o ideología”. Pero, ¿existe
actualmente una verdadera democracia? ¿Hay espacios para el debate? ¿Existe
demagogia sólo cuando es algo contrario a unos intereses políticos? ¿Qué puede
considerarse ideología?. El espacio político no es algo público, no todos
participamos, por lo que no puede considerarse democracia. Los debates no
merecen ser calificados como tal, ya que los políticos no plantean unos
problemas e intentan llegar a soluciones, sino que se limitan a defender sus
posturas y atacar las posiciones de los otros en el interminable juego del “y
tú más”. Todos hacen demagogia, pero aquí las reglas del juego cambian, los que
más se las dan de open minded son los más intolerantes cuando toca recibir
críticas. Y sobre las ideologías, qué decir... hace poco oí que el machismo y
el feminismo son ideologías ambas respetables. Sin comentarios. Todo esto sólo
demuestra que aunque estamos hartos de escuchar estas palabras, realmente están
vacías de significado. Escuchamos continuamente ecos del vacío, de la nada. Y
esta es la sensación que uno tiene al salir de la exposición, acumulaciones de
palabras y de portadas de periódicos, pero ¿qué nos quieren decir?, o mejor
aún, ¿qué nos quieren vender?.
Al margen de esta reflexión, tengo sentimientos
contradictorios sobre si se deben poner o no cartelas explicativas en las
exposiciones. Por una parte, me gusta que no se den ideas preconcebidas para
que el ejercicio de disfrutar la obra de arte sea completamente libre, pero sí
es cierto, que esto puede llevar a interpretaciones erróneas y divagaciones.
Tal vez poner el título de las obras sea muchas veces orientativo para
dirigirnos hacia lo que el autor quiere que percibamos. Igual peco de clásica
en cuanto a gustos por los montajes de exposiciones, pero yo eché en falta
alguna cartela.
En cambio, me gusta la amplitud del lugar elegido para
colocar las obras en las que las palabras se repiten hasta que se van
desvaneciendo. Yo lo interpreto como el efecto que estos términos tienen en
nuestra cabeza, donde se quedan como flotando, por no ser precisos y haber sido
utilizados en exceso.
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