Palabras. Antoni
Muntadas.
Galería Moisés Pérez
Albéniz.
María Álvarez Villar
Antoni Muntadas aborda en
este proyecto la degradación y pérdida de significado de algunas palabras por
su uso y reiteración en entornos cargados de descrédito como el discurso
político; palabras tan fuertes como
“democracia” o “debate” pierden su significado por no encontrar su referente en
la realidad, en la acción, hasta casi
diluirse, como sucede en gran parte de las obras que ocupan las paredes (y la
entrada) de la galería; como en un mitin sin líder ni público -como el de la
obra The conference room- donde estas
palabras, luego de prevalecer unos instantes en el ambiente, se pierden para
siempre.
No se puede dudar de la
veracidad de su planteamiento con respecto al efecto que el contexto produce en
las palabras, al igual que nadie dudaría que durante el fascismo la mención de
la democracia conmoviera a más de uno; como el mismo Muntadas dice, hay
palabras que “tocan la fibra” o solían hacerlo. Por tanto, la recuperación del
significado de determinadas palabras es necesariamente política y lo más
complejo de esta lucha política es justamente alcanzar la verdadera conmoción,
la catarsis que permita volver a comprender en todo su sentido el significado de determinadas palabras
y sus implicaciones para lograr que recuperen su efecto social. Si en una época
de olvido no recordamos lo que verdaderamente es un debate, no conseguiremos
llegar a ello, exigir la elevación del discurso político -a un nivel superior a
la mera concatenación de falacias y de elusión de cuestiones en el que se
encuentra ahora- dado que ni siquiera lo pensaremos como una opción posible,
pues a tales niveles llega nuestro desencanto. El descrédito de la política y
el discurso político ha creado una brecha entre nosotros, la sociedad, y las
palabras; cubriéndolo todo con una capa de hastío similar a la que nos
salvaguarda de la violencia de las imágenes televisivas, de las noticias sobre
muertes, donde la injusticia misma ya no es considerada más que otro mal menor
que, por su reiteración, acaba por generar un ligero dolor momentáneo pero que
ya no permite la movilización.
Frente a esta palabra
amplificada, sintética o escrita en tediosos textos académicos… se trataría de
defender el susurro, personal e íntimo, que envuelva a los implicados en una
burbuja aparte del ambiente que los rodea, una burbuja de complicidad que, como
acertadamente señala Muntadas, es clave en la dotación de sentido a estos
conceptos. ¿Por qué desde la intimidad? Porque la intimidad proporciona un
espacio cómodo y propio en el que cargar de sentido nuestros discursos, un
espacio que podría estar libre de la operancia de las estructuras de poder, el
peso del historicismo y su consecuente desencanto, donde nos sentimos libres de
utilizar las palabras en toda su implicación pues no seremos juzgados, puesto
que en un clima generalizado de desencanto, el ilusionado e idealista es
señalado con mofa. Se trata de atravesar un proceso de deconstrucción que nos
permita fraguar poco a poco una complicidad e intimidad con los otros que
permita que paso a paso, boca a boca, estas palabras recuperen su valor, puesto
que se crearía un nuevo contexto que las volviera a cargar de significado.
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