martes, 21 de febrero de 2017

Tocar la fibra.

Palabras. Antoni Muntadas.  
Galería Moisés Pérez Albéniz.
María Álvarez Villar


Antoni Muntadas aborda en este proyecto la degradación y pérdida de significado de algunas palabras por su uso y reiteración en entornos cargados de descrédito como el discurso político; palabras tan fuertes como “democracia” o “debate” pierden su significado por no encontrar su referente en la realidad, en la acción,  hasta casi diluirse, como sucede en gran parte de las obras que ocupan las paredes (y la entrada) de la galería; como en un mitin sin líder ni público -como el de la obra The conference room- donde estas palabras, luego de prevalecer unos instantes en el ambiente, se pierden para siempre.

No se puede dudar de la veracidad de su planteamiento con respecto al efecto que el contexto produce en las palabras, al igual que nadie dudaría que durante el fascismo la mención de la democracia conmoviera a más de uno; como el mismo Muntadas dice, hay palabras que “tocan la fibra” o solían hacerlo. Por tanto, la recuperación del significado de determinadas palabras es necesariamente política y lo más complejo de esta lucha política es justamente alcanzar la verdadera conmoción, la catarsis que permita volver a comprender en todo su sentido el significado de determinadas palabras y sus implicaciones para lograr que recuperen su efecto social. Si en una época de olvido no recordamos lo que verdaderamente es un debate, no conseguiremos llegar a ello, exigir la elevación del discurso político -a un nivel superior a la mera concatenación de falacias y de elusión de cuestiones en el que se encuentra ahora- dado que ni siquiera lo pensaremos como una opción posible, pues a tales niveles llega nuestro desencanto. El descrédito de la política y el discurso político ha creado una brecha entre nosotros, la sociedad, y las palabras; cubriéndolo todo con una capa de hastío similar a la que nos salvaguarda de la violencia de las imágenes televisivas, de las noticias sobre muertes, donde la injusticia misma ya no es considerada más que otro mal menor que, por su reiteración, acaba por generar un ligero dolor momentáneo pero que ya no permite la movilización.


Frente a esta palabra amplificada, sintética o escrita en tediosos textos académicos… se trataría de defender el susurro, personal e íntimo, que envuelva a los implicados en una burbuja aparte del ambiente que los rodea, una burbuja de complicidad que, como acertadamente señala Muntadas, es clave en la dotación de sentido a estos conceptos. ¿Por qué desde la intimidad? Porque la intimidad proporciona un espacio cómodo y propio en el que cargar de sentido nuestros discursos, un espacio que podría estar libre de la operancia de las estructuras de poder, el peso del historicismo y su consecuente desencanto, donde nos sentimos libres de utilizar las palabras en toda su implicación pues no seremos juzgados, puesto que en un clima generalizado de desencanto, el ilusionado e idealista es señalado con mofa. Se trata de atravesar un proceso de deconstrucción que nos permita fraguar poco a poco una complicidad e intimidad con los otros que permita que paso a paso, boca a boca, estas palabras recuperen su valor, puesto que se crearía un nuevo contexto que las volviera a cargar de significado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario