Esta exposición se llama Ficciones y territorios:
Arte para pensar la nueva razón del mundo, tiene lugar en el Museo de Arte
Reina Sofía del 26 de octubre del 2016 al 13 de marzo de 2017, esta exposición
es parte de la colección permanente del museo, compuesta en su mayor parte por
adquisiciones recientes. La exposición se basa en la obra de diversos artistas,
mayormente fotográfica y audiovisual, como Zoe Leonard, Allan Seluka, María Ruido, Patrick Faigenbaum...
Para comenzar con mi crítica, en primer lugar
me gustaría hablar de la exposición en su sentido mas museográfico: contenido
expositivo, colocación del mismo, cartelas, orden etc... La exposición tiene
muy bien marcadas las salas que ocupa mediante planos, hasta aquí podría
parecer fácil y sencillo, pero nada más lejos de la realidad, es cierto que los
planos indican el número de salas que tienes que ver y en qué orden, pero
depende por la puerta que entres a la exposición, entras por el principio o por
el medio de la exposición y para ir al principio tienes que recorrer la propia exposición
viendo de paso lo que vas a ver más tarde cosa que a los visitantes les hace
seguir el orden que a ellos les apetece, o sea el que han establecido a su
entrada, y eso no está mal ya que recordemos que esto es arte contemporáneo y
ya se sabe, romper esquemas etc....
Mas allá del orden de las salas, destacar el
orden expositivo en tanto en cuanto a la clasificación de los documentos, sobre
todo fotográficos con el autor, el lugar que representa y todos uniendo un
contexto geopolítico claro y eso en arte contemporáneo es de agradecer ya que
el arte y la experiencia estética no está reñido con entender y a veces se peca
de eso, sin embargo algo me falla en este aspecto y es el de las cartelas,
volvemos a lo mismo, el debate sobre arte contemporáneo de pro cartelas, anti
cartelas, bien yo me considero pro cartelas, creo que ayudan mucho al
espectador, lo que no ayuda es que las cartelas a parte de estar en letra minúscula
para la que hacen falta el telescopio del observatorio nacional para poder
leerlas que estén todas juntas sin diferenciar obras hace que el espectador
piense, con razón en mi opinión que para que va a leerlas si no va a saber cual
es cada obra, desde el punto de vista museográfico es el único punto flaco de
verdad que he encontrado, aparte de que en las salas audiovisuales, de las
cuales por cierto había quizá demasiadas aunque muy interesantes todas la
verdad, se echa de menos un respaldo en los bancos ya que la espalda al final
se resiente.
La exposición nos habla de las transformaciones
políticas y urbanas que sufren las ciudades y los territorios llevándose por
delante culturas, oprimiendo pueblos entre principios de los 90 y los 2000,
creo que eso se refleja perfectamente en la muestra, tanto en los archivos fotográficos,
especialmente los fílmicos incluso en las obras textiles que considero la mejor
parte de la exposición ya que es un reflejo más claro de la sociedad consumista
y envenenada en la que vivimos. Para terminar una pega no hacia la exposición
sino hacia la política museográfica del museo Reina Sofía en concreto con dos
obras, una de estas obras era un móvil que proyectaba una sombra sobre la
pared, esa pieza tenía el cartel tócame en la frente pero el personal del
museo, amablemente , nos dijo solo mirar, así mismo una gran mesa llena de
libros con el título "Steal this book", es decir roba este libro,
preguntamos inocentes de nosotros, ya no se puede coger sino podemos mirarlo,
la respuesta fue clara, NO, para finalizar, no es esto una descontextualización
del arte en el más amplio sentido de la palabra, para que intentar hacer un
arte "rompedor" si lo único que rompe es la lengua de los
"guardianes" de la sala donde se expone la obra para decirle a la
gente que no puede hacer aquello parar lo que, según el titulo del mismo libro,
es para lo que sirve, y es que hay veces que queremos crear un discurso que
nosotros mismos no cumplimos y eso para mí es un fracaso.
Sergio García Baltar
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