martes, 7 de marzo de 2017

Una china en el zapato.


Título original 
Zoom In.

Artistas
Maider López.

Lugar
Galería Espacio Mínimo.

Fecha
21 de enero - 11 marzo, 2017. 


Edgar Cárdenas.

"¿Qué es esto?, me dijo un niño mostrándome un puñado de hierba.
¿Qué podía yo responderle?
Yo no sé lo que es la hierba tampoco."
Canto a mí mismo - Walt Whitman.

            Si el niño hubiese realizado la misma pregunta a nuestra protagonista, Maider López, la respuesta se haría de esperar, "niño eso es verde". Por el contrario si la pregunta del niño hubiese sido dirigida a mi madre, también la respuesta se haría esperar "¡Niño deja eso coño! que seguro que se ha meado un perro, y comete el bocata"; es decir, hay tantas respuestas para un mismo trozo de hierba como preguntas en su haber, pero la diferencia está en la persona que responde, y en este caso se trata de una artista.

Siempre que me preguntan ¿para qué sirve estudiar arte? Suelo responder con el mismo argumento que un día me aprendí: "Cuando voy al campo sólo veo árboles, pero cuando me acompaña un amigo botánico, además de árboles, veo abedules, pinos, hayas, robles y alcornoques. Veo incluso ese liquen especial que adorna el tronco del abedul, y para el que era ciego antes de que mi amigo lo nombrara". En otra palabras, soy capaz de ver más allá de las simples formas, colores y composiciones, que me ofrecen la diferentes manifestaciones del ser humano. En el caso de la artista Maider López, el color y composición son la base de su proyecto artístico, un juego infantil en busca del marrón, verde, amarillo o rojo. Al entrar en la galería, te sumerges en un mundo de Where's Wally pero esta vez, el hombrecillo a rayas rojas y blancas, ha sido sustituido por una serie de azulejos pintados con lápices de colores.
Si califico esta exposición de "participativa", caería en un error, porque todas las exposiciones nos provocan una participación, mas o menos intensa, con las obras expuesta. En este caso la participación se intensifica por la obligación de observar y no mirar, el espectador se detiene en cada obra en busca de ese color, que antes asoma en su forma cuadrada.

La atmósfera que cubre la obra, es decir, el espacio galerístico, ayuda al visitante a distraerse. Si, he dicho Distraerse. En mi opinión, la galería Espacio Mínimo tiene complejo de MoMA. El intento de adoptar el estilo white cube es patético, entre el color blanco hospital de sus paredes, y el suelo gris con la misma textura que las lápidas de un cementerio, hace del contener un espacio contaminante del contenido (existe mundo fuera de las fronteras de Estados Unidos, el Irish Museum of Modern Art, optó por nuevas soluciones a finales del siglo XX, sobre el espacio museístico postmoderno). Pero no acaba aquí la casa del terror de Espacio Mínimo, existe una planta inferior a modo de bodega, donde se ubica una Columna de piedras, que forma parte del proyecto Moving Stone (Piedras en movimiento; está en inglés porque vende más, suena más "internacional", pero la artista es de San Sebastián). Maider López explica la intención de este proyecto de la siguiente manera: "Meto la piedra en el bolsillo, al rato me olvido de ella. [...]. La dejo debajo de un árbol. La piedra ha caminado conmigo y cambiado su ubicación 3 kilómetros". Lo sabía. MIRA QUE LO SABÍA. Cuando iba a parvulitos, me metía un gran puñado de piedras en mi bolsillo delantero del baby, andaba más kilómetros que Maider López para ir a mi casa, pero las piedras no terminaban en un árbol, sino en el cubo de la basura. Mis padres no valoraban mi "performance", y ahora nadie me llama para ir a ARCO. ¿Por qué yo no soy artista?
La respuesta es compleja, solo diré que soy el amigo "botánico". Cuando voy a un museo y mis amigos me preguntan ¿Edgar esto es arte, si podría hacerlo yo? Respondo sin titubear: Te gusta, eso es todo, sea abstracto o un paisaje. Te gusta. Te golpea. No tienes que leerlo.
Esto último no es invención mía, lo dijo Greenberg, pero cada vez que lo digo quedo genial  y dejan de preguntar.

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