Maider López
Zoom In
Galería Espacio
Mínimo, Museo Geominero y ARCO (Madrid)
Del 21 de enero
al 11 de marzo de 2017.
Silvia Blázquez Nevado 7/03/2017
La fotografía de
Maider López expuesta en ARCO 25 People
on 25 Hills, 25 People on 1 Hill representa las diferentes formas de
relación entre el ser humano y la Naturaleza. Este vínculo me parece
contradictorio, al igual que la exposición, por las impresiones tan dispares
que me han causado las obras de sus tres emplazamientos. La muestra se divide
entre la Galería Espacio Mínimo, el Museo Geominero y ARCO, y en cada una de
ellas es diferente la percepción de la Naturaleza, no solo por efecto del
continente -desde la estética minimalista de la galería hasta la cámara de maravillas,
en la que hay que convertirse en detective para encontrar las fotografías bien
camufladas entre las vitrinas- sino por el contenido en sí. Por ejemplo, aquellas peculiaridades
cromáticas que se nos muestran en Zoom in
han sido descubiertas, como si de un juego se tratase, por estudiantes que
se han detenido a contemplar pausadamente el terreno. Desgraciadamente, cada
vez percibimos menos la infinidad de detalles que nos brinda el paisaje, porque
solo miramos pantallas y a través de pantallas, pero las obras transmiten un
interés por dejar de mirar y empezar a ver, a ver con los cinco sentidos.
Moving Stones, en cambio, sirve de
crítica hacia todas aquellas alteraciones de la Naturaleza llevadas a cabo
artificialmente. Su punto de vista es el del caminante que inconscientemente interviene
en el paisaje, aunque también defiende el pacto de no agresión entre el ser humano
y la Naturaleza. Ciertamente, dicha visión me resulta idealizada y simplista en
una época en la que modificamos masivamente al planeta. El cambio climático
está aumentando la temperatura de los mares y provocando deshielos, cambios en
las corrientes marinas y la disminución del fitoplancton, la base alimenticia
de muchas especies marinas, de las cuales las más vulnerables desaparecerán si
no se pone remedio. La deforestación es brutal entre talas e incendios, por
ejemplo Doñana o Yellowstone han perdido el 6,3% de sus bosques en los últimos
25 años. Y qué decir del negocio del agua, con trasvases de embalses secos a
zonas recientemente inundadas. En resumen, el impacto turístico-destructivo que
el ser humano está dejando en la Naturaleza es mucho mayor que un inocente
traslado de guijarros y ramas. Ya no deja su huella en ella, directamente la
está pisoteando.
Félix se estará
removiendo al otear este horizonte desolador, ya lo avisó hace cuarenta años y
seguimos como el que oye llover. Sería esperanzador que muchos rascaran la
superficie de su figura televisiva -o incluso supieran de su existencia- y
comprendieran que su mensaje está más vivo que nunca.
Y todos sabemos y estamos viendo todos los días que la especie humana,
no sabemos por qué razón, está haciendo todo lo posible para destruir la vida
en el planeta en que vive. Estamos envenenando la atmósfera que respiramos,
polucionando las aguas que bebemos, destruyendo la vegetación, deteriorando el
suelo, estamos haciendo todo lo que se podría hacer de una manera programada,
terrible, como si los invasores de otro planeta hubieran pensado en destruir la
Tierra, de una manera absolutamente irracional y sucia. […] Todos los seres
humanos tenemos la obligación de hacer algo para defender a esta madre nuestra,
que es la única que tenemos, y que se llama Tierra. […] Tenemos que seguir
engrosando ese pequeño ejército para proteger la Tierra, el agua y el aire […]
porque el día que acabemos con el oxígeno, con el agua y con la cobertura de la
Tierra, habremos acabado con nosotros mismos[1].
[1] Félix
Rodríguez de la Fuente, conferencia en el campamento Doctor Rodríguez de la Fuente en Montejo de la Vega (Segovia),
1974. https://www.youtube.com/watch?v=S2UFvyqIe4M
y https://www.youtube.com/watch?v=h3gcUZXK2Q4
[3 de marzo de 2017]
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