martes, 7 de marzo de 2017

En busca de la exposición perdida

Beatriz R. Espinosa

Comentario sobre las exposiciones Moving Stones de Maider López en la galería Espacio Mínimo y el museo Geominero de Madrid.

En la galería Espacio Mínimo, se exponen azulejos pintados con colores presentes en las fotografías que se muestran, y en la parte subterránea se ha dedicado un espacio donde están colocadas en fila vertical piedras con una cartela en la que se detallan las coordenadas de cada una.

Las fotografías que se exponen en el museo Geominero, muestran piedras de Capadocia escogidas al azar, donde se encontraron, y posteriormente, movidas de su lugar de origen. Antes de cogerlas y moverlas de sitio, el artista anotó sus coordenadas (que podemos ver como pie de las fotografías) y al volver a reubicarlas, repitió este proceso.

Esto en cuanto a contenido. En cuanto a criterio expositivo, en Espacio Mínimo vemos una muestra sencilla, clara y sobretodo, fácil de encontrar. Nada que ver con lo que me encontré al llegar al Museo Geominero. Nada más entrar, un cartel enorme anuncia la exposición de Maider López, lo que hace suponer que no va a ser complicado dar con ella, pero nada más lejos de la realidad. Tras recorrer la planta inferior, confundirme varias veces y casi entrar en despachos privados (todo esto esquivando numerosos escolares que correteaban y toqueteaban todo sin que nadie pusiera un poco de orden), pregunto a un vigilante de seguridad que me indica que mi objetivo se encuentra en la sala principal del museo (de 3 pisos) sin más especificaciones. Voy hacia allá, y tras dar vueltas y vueltas entre las vitrinas de la planta baja, acompañada de los molestos estudiantes y sus también inquietos profesores, decido comenzar a explorar las otras plantas. Después de una búsqueda infructosa, deduzco que la exposición debe componerse de unos vestidos que aparecen repartidos por la planta baja y la primera planta, y están decorados con piedras. Pero tampoco tengo la seguridad de que sean obra de Maider, porque no hay cartelas que indiquen qué son, simplemente te remiten a una página web donde puedes encontrar más información sobre esos vestidos. Totalmente desorientada, me dirijo a unas jóvenes que están moviendo maniquíes, les pregunto si esa es la exposición temporal que anuncia el cartel de la entrada y me dicen que sí, y que ya están recogiendo porque termina hoy. Imaginad el grado de desconcierto en ese momento. Pues nada, me apresuro a ver los vestidos a la carrera antes de que se los lleven, y ya cuando he terminado y subo una planta más para ver si me he dejado alguno perdido, descubro cuando estoy a punto de irme del museo, y totalmente de manera casual, porque me estaba horrorizando el ver una piedra colocada encima de un embellecedor de radiadores, que estaba completamente rallado de los meneos que le meten los angelitos que van con los coles de excursión, que lo que buscaba está ahí, delante de mis narices, camuflado entre expositores y vitrinas con dinosaurios de plástico. Ahí están las fotografías de Maider López, sin cartelas (¿para qué?), excepto una pequeña en una de las escaleras que da acceso a la planta en la que en 10 líneas resume todo. Irrisorio. Ya puestos, podían haber metido las fotos en los cajones de alguna vitrina, que los niños del cole seguro hubieran encontrado, porque hasta de uno de esos cajones vi sacar bolsas del Corte Inglés que el museo atesora con mimo. Lo nunca visto. Por mi parte, contribuí para que los futuros visitantes que quieran ver la exposición no tengan que casi jugar al Cluedo para encontrarla, poniendo en el tablón de comentarios y sugerencias un cartel escrito con rotulador fosforito, poniendo bien claro que la exposición de Maider está en la segunda planta, muy bien camuflada, no vaya a ser que alguien la encuentre.

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